El 9 de enero el grupo Las Pastillas del Abuelo decidió tocar en la ciudad. Por iniciativa mía logre convencer a la Gise y al Luquitas de que me acompañaran a ver el recital.
Pero sucedió algo inesperado tanto por los organizadores como para los que había sacado la entrada para el espectáculo como nosotros lo hicimos.
La hora pactada para el comienzo del recital eran las 22:30, pero a las 21 se empezó a formar una tormenta en el sur de la ciudad, que se veía a medida que pasaba el tiempo más y más fea.
Pero bueno, la tormenta no nos apichonó y decidimos ir igual. Un dato importante a tener en cuenta es que el lugar donde se iba a realizar el recital era en la quinta del Banco de Córdoba.
A las 21 cuando salí de trabajar pase por el bar Lulú, que era quien organizaba el espectáculo y vendía las entradas, y pregunte si el recital se suspendía por lluvia y me dijeron que no, por lo que la propuesta de ir a ver al grupo oriundo de Bs. As. seguía en pié.
Con el Luquitas nos encontramos en el Canal 13 para esperar a la Gise que salía de trabajar a las 22:30. Ella ya había reservado un remiss para ir lo más rápido posible del canal a la quinta, que están separados por unos escasos 600 metros.
Yo le había dicho a la Gise que nos íbamos a ir caminando, pero ella insistió en llamar a un remiss y me terminó convenciendo. Gracias a Dios que me convenció porque ya de la puerta del canal al auto nos empapamos.
Silvia, la remisera, nos llevo hasta la quinta en medio de un aguacero impresionante, inclusive pasamos al lado de un colectivo que era el de la organización del evento. Llegamos a la quinta y nos informan que el recital se iba a desarrollar en Marrakesh.
Ahí nomás pegamos la vuelta y partimos para Marra. Era una cosa que no paraba de llover, Silvia no veía nada, parecía que tiraban baldes desde el cielo. Las calles estaban todas inundadas, iban de bote a bote.
Logramos llegar a la esquina de Marra, porque Silvia no se animó a doblar por la calle del boliche porque parecía un río (fíjate vos los buenos desagües que tenemos en la ciudad).
Cuando llegamos recontramojados nos dijeron que el recital iba a empezar aproximadamente a las 2 de la mañana. Esperamos a que bajara un poco el agua y decidimos ir a comprar algo para comer, porque nuestras panzas hacían un ruido que parecía una carrera de carting.
Entonces partimos para la Maipú, que en esa esquina está Zoom Pizza. Nos pedimos una pizza y media. A los 10 minutos estaba lista; el local tiene unas banquetas y unas mesas, por lo que decidimos comer allí. Entonces el ortiba del dueño nos dijo que no podíamos comer en el local.
Medio ofuscados nos fuimos con nuestra pizza al hall de entrada del edificio del frente. Cuando nos sentamos a comer, se largo de nuevo, pero esta vez venía con piedra la cosa y unas ráfagas de viento bastante fuertes.
El refugio (así bautizamos ese hall) se empezó a mojar por lo que cada vez nos metíamos más adentro, hasta que quedamos pegados al vidrio.
Terminamos de cenar y ya habíamos decidido que no íbamos a ir al recital por diversas razones como el sueño, que estábamos mojados, entre otras; entonces nos pusimos en campaña de conseguir un remiss para regresar a casa. Por supuesto, todos los números nos daban ocupado. Entonces esperamos que dejara de llover y salimos del refugio a buscar un taxi o remiss. En la YPF de la esquina había varios coches parados pero cuando empezaron a salir ninguno nos quería llevar (después se quejan de que no hay trabajo).
Por lo que decidimos empezar a caminar para el lado del centro. Nos sacamos las zapatillas y cruzamos las calles de la ciudad que a esa altura parecían arroyos de sierra.
La caminata termino en la casa de la Gise (desde el refugio queda aproximadamente a 20 cuadras). Cuando nos despedimos de nuestra compañera paso un remiss que nos llevo a mi casa y el Luquitas siguió viaje a la suya.
Esa fue la noche de las pastillas del abuelo que no los vimos tocar pero tenemos una anécdota para contar y yo poder subir esto a mi blog.
Como dicen los abuelos que cuando le duelen los huesos hay cambio de clima, dicho y echo, el clima cambió, nos mojamos y los “abuelos” no se que hicieron, sí tocaron o no y si lo hicieron para cuanta gente, eso no lo sé, pero bueno esa fue la triste historia de esa noche compartida con amigos.
“Pastillas” si vuelven díganme si a sus abuelos les duelen los huesos así no voy ni en pedo a verlos, gracias.
3 comentarios:
me imagino que el ruido que tu panza hacia, habrá sido similar al que hacen los tobillos de los nueves, despues que los "arreglas" un poquito.
... a mi me contaron, no se como suenan...
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